Thursday, September 16, 2010

1947: Valencia a todo color (Parte II)

Continua aquí la descripción de la vida en una época en la que el consumo energético era muchísimo menor que el actual. En lo que sigue, nos son amenamente descritos los medios de transporte en una gran ciudad como Valencia.


XXI. La casa se aseaba barriéndola con una escoba de mango de caña, con plumero de hojas de palma y se lavaba con una bayeta, arrodillándose en el suelo.

XXII. Los enseres de cocina (platos, vasos, etc.), se fregaban con un esparto y como productos de limpieza la salsosa y la tierra de fregar.

XXIII. Al colmado, para hacer la compra, se iba con el capazo elaborado con fibras vegetales para depositar todo lo sólido y, para los líquidos, debías llevar la botella de cristal para el cambio por la llena y así no te cobraban el envase. El plástico no se conocía. Pozales y palanganas era de planchas de zinc o de latón con remaches.

XXIV. Las calles eran de adoquines cuadrangulares (como cajas de zapatos) y su iluminación era por un cable corrido por en medio y que, en las cuatro esquinas, se colgaba una farola, siendo necesarios, por las noches, los servicios del sereno o del vigilante.

XXV. El tráfico de vehículos era mínimo, o no existía. Los niños siempre estábamos jugando en la calle, primordialmente al fútbol y otros juegos como el "pic i pala", el "burro", el "verdugo", al "titón-titón", a la "trompa", al "güa", al "mort i pam", o al "canut". Se coleccionaban cromos y se leían muchos "tebeos".

XXVI. Al colegio se iba de lunes a sábado todo el día (mañana y tarde). La fiesta era el jueves por la tarde. Luego se pasó a sábado tarde, que alguno de ellos se aprovechaba para ir a cine de barrio con sesión continua de dos o tres películas (no faltaba nunca la de vaqueros y la "españolada"). Los libros podían, algunas veces, reutilizarse entre hermanos, el "boli" no se conocía y aparte del lápiz se usaba la plumilla y su palillero para escribir con tinta. La pluma estilográfica era un lujo. Se tenía un gran respeto a los maestros y personas mayores.

XXVII. El domingo era el día de descanso. Se empleaba primordialmente para ir a misa y comprar el periódico, mientras las madres se quedaban haciendo el puchero o la paella como comida especial. Por las tardes se salía de paseo a ver escaparates y visitar a la familia.

XXVIII. Aparte del periódico dominical, el aparato de radio era el medio que nos comunicaba con el mundo exterior - noticias, novelas, concursos, canciones dedicadas - tenía un lugar preferente en la casa, ¡con su tapetito de ganchillo y todo!

XXIX. Se celebraban más los santos que los cumpleaños. Los bautizos, comuniones y bodas se hacían en las casas a base de chocolate a la taza y pastas, la clásica paella si era a mediodía y, a la hora del café, que no faltase el anís para las mujeres y el coñac (hoy brandy) para los hombres.

XXX. El medio de locomoción en ciudad era el tranvía (con catenaria. Yo no conocí el de caballo). En verano había unidades abiertas para que corriese la fresca. Después apareció el trolebús (sin vía). Individualmente, era la bici, el ciclomotor ("mobilette", "vespino"), las motocicletas ("vespa", "lambreta") y el automóvil ("biscúter", "isetta", ..., y el "600").

XXXI. El tren era a vapor en donde, a parte del maquinista, había un par de fogoneros alimentando la caldera a base de paladas de carbón. Los pasajeros viajaban en incómodos bancos de madera y sufrían el traqueteo de la unión de los raíles. El de mercancías constaba de un interminable número de vagones a paso lento, y los pasos a nivel se prodigaban por todas partes.

XXXII. Por carretera, los autobuses eran incómodos y destartalados. Aquí se sufrían los desnivelados adoquines, grietas en su firme, su estrechez y falta de seguridad. Un viaje de valencia a Barcelona podía durar unas seis horas.

XXXIII. El transporte, o acarreo de mercancías, entre el puerto y almacenes del extrarradio, salvo en los casos que se hacía en motocarros, camionetas o camiones en forma de cajón con la parte de arriba descubierta, se hacía con "carro" tirado por caballos (uno o dos), cuyas ruedas de radios de madera tenían una llanta de hierro para su contacto con el suelo. Su conductor era el carretero, con na vara de látigo, que, montado en el carro, fustigaba a los animales. Las calles por donde pasaban quedaban surtidas de boñigos que, recogidos con pozal y paleta, servían de abono para las macetas de los balcones.

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