Mal de muchos ... En las noticias se habla mucho de Grecia, España, Portugal y unos pocos más. La recesión no es cuestión de pocos. En clave del Peak Oil, la crisis y la recesión llegará absolutamente a todos.
Un país del que no se habla mucho en España es Lituania, país que se encuentra bajo los efectos de una severa crisis. El déficit fue del 3.2% en el 2008, 5.4% en 2009 y se espera que sea del 8% en el 2010. En 2009 el gobierno recortó el gasto sobre 1000 millones de euros, ha aumentado los impuestos y derogado casi todas las ventajas fiscales. Para dar una idea de la que nos espera, he aquí la traducción de un artículo del New York Times del 1 de abril de 2010. Es una historia muy familiar y con trágicas consecuencias humanas.
Desde Lituania - Una perspectiva de los costos de la austeridad
Por Landon Thomas Jr.
VILNIUS, Lituania - Si los líderes de los varios países endeudados quieren saber qué significa austeridad, deberían visitar esta nación báltica de 3.3 millones de habitantes.
Teniendo que hacer frente a un déficit que amenazaba de llevar el país a la bancarrota, Lituania ha disminuido el gasto público en un 30% - incluyendo recortes salariales del 20%-30% en el sector público y reduciendo las pensiones hasta un 11%. El mismísimo primer ministro, Andrius Kubilius, ha visto reducido su salario en un 45%.
Pero los recortes van más allá. El gobierno ha aumentado los impuestos en una amplia variedad de artículos, como productos farmacéuticos y alcohol. Los impuestos a las empresas ha subido del 15% al 20% y el IVA ha pasado del 17% al 21%.
El efecto neto en las finanzas del país ha sido de un ahorro equivalente al 9% del Producto Interior Bruto, el segundo ajuste fiscal más grande realizado en un país desarrollado (sólo superado por Letonia) desde que se inició la crisis financiera.
Los pensionistas, al ver sus beneficios reducidos, han tenido que hacer uso de los servicios de beneficencia. El desempleo ha llegado al 14% subiendo desde valores de un único dígito - y la maltrecha economía se contrajo, en el 2009, en un 15%.
Notable es el hecho que estas medidas de austeridad se han aplicado con el apoyo, a regañadientes, de los sindicatos y los partidos de la oposición y aún no han desatado las huelgas y manifestaciones que se han visto en Gracia, España y el Reino Unido.
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El ministerio de economía ha vaticinado un crecimiento del 1.5 para el 2010, y la agencia de calificación crediticia Moody ha revisado a la alta la calificación de Lituania, de mala a estable.
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Al igual que Estonia y Letonia, Lituania vivió la anterior década un boom financiero e inmobiliario. La construcción se convirtió en el sector dominante de la economía. Muchos lituanos pidieron hipotecas a bajo interés realizadas en monedas extranjeras.
Con la llegada de la crisis, el precio de la vivienda se derrumbó, la construcción se frenó en seco y abrúptamente miles de lituanos perdieron su empleo y dejaron de pagar sus deudas.
Monika Midveryte, una estudiante universitaria, y su madre tienen que mantener a la familia desde que el padre perdió su trabajo en la construcción. Nos dice que su padre se sienta en casa delante de la televisión y bebiendo para ahogar sus penas. "No tiene ninguna esperanza".
El coste psicológico de las medidas de austeridad ha sido inmenso. La tasa de suicidios ha aumentado y se ha convertido en la más alta del mundo: 35 por cada 100.000 habitantes.
Según los datos del Centro de Ayuda Psicológica para la Juventud, el número de llamadas recibidas por gente al borde del suicidio se ha doblado en un año. De las 750 llamadas del 2008 a las 1400 del 2009.
La presidenta de Solidarumas, uno de los mayores sindicatos, Aldona Jasinskiene, tiene un profundo conocimiento del problema. No sólo por su papel de líder sindicalista sino también por su papel de madre. Lleva más de una año pagando, de su salario, las 2.300 litas ($900) de la hipoteca de su hijo de 40 años, que ha perdido su trabajo en la construcción. La señora Jasinskiene dice que la salud mental de su hijo se ha resentido, que se pelea con su mujer y su familia y comiendo a base de patatas tres veces al día. Ahora, con su recortada pensión, sólo tiene 300 litas al mes para mantenerse a si misma y a su nieta de 15 años.
Jasinskiene admite que firmó el acuerdo con el gobierno porque los sindicatos, extremadamente débiles en Lituania, carecían de cualquier poder de convocatoria para hacer llamamientos a la huelga general y porque ella quería realizar lo posible para evitar recortes aún más severos.
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