Monday, March 29, 2010

Producir petróleo a oscuras

De lo que se entera uno en las barbacoas familiares (donde el tema de conversación es, sin duda alguna, el peak oil, y donde algunos de mis familiares se están convirtiendo en verdaderos especialistas en la materia). Venezuela es el sexto (quinto hace apenas unos años) productor mundial de petróleo. Y es un ejemplo de la situación que denuncia Jeff Rubin en su libro "Por qué el mundo está a punto de hacerse mucho más pequeño": Los problemas del mundo occidental son: 1) La reducción de la producción de petróleo por parte de los países productores, y 2) el aumento del consumo de petróleo en esos mismos países productores. Ahora que he aprendido ha poner gráficas en el blog: ahí va una gráfica del U.S. Energy Information Administration (es decir, datos del gobierno norteamericano).

Estos datos nos muestran que el sexto mayor productor de petróleo tuvo su máximo de producción en 1997 (hace trece años), pero que, independientemente, aumenta su consumo interno de petróleo. Resultado: menos petróleo para exportar y más caro. Según el diario Financial Times (28 Abril 2006),
    Venezuela tuvo que comprar petróleo de Rusia para poder cumplir con sus pedidos.
Sólo ese dato nos muestra lo mal que está la cosa. Las razones de esa bajada en la producción es el agotamiento de sus campos de petróleo (una reducción del 25% anual) cosa que hace que Venezuela tenga que invertir 3000 millones de dólares sólo para intentar mantener su nivel de producción. Con ese dinero se podrían realizar doce túneles del AVE, al año, por debajo de la Sagrada Familia.

Pues bien, hace menos de un mes que el gobierno de Hugo Chávez ha hecho pública la lista de 80 empresas que más electricidad gastan (El País del 22 de marzo de 2010), amenazándolas con cortes de luz de hasta tres días o (en caso de reincidencia) suspensión definitiva de flujo eléctrico. El gobierno de Venezuela achaca esos problemas a la falta de lluvias provocadas por El Niño (mala suerte, ya que El Niño es un fenómeno periódico que se repite entre cada 4 y 7 años). Un profesor de Caracas vaticina un colapso energético antes de junio. En EL País de 24 de marzo de 2010 se lee: "Una semana entera festiva en Venezuela para ahorrar energía". Pero no hay que olvidar que, desde Febrero, en ciudades del interior de Venezuela se suspende completamente el servicio eléctrico sin aviso y por periodos superiores a las ocho horas, más un intento de racionar el servicio eléctrico en la misma capital de Caracas (El País de 10 de febrero de 2010).

Para hacer frente a la necesidad de generar energía eléctrica, el gobierno de Venezuela se ha lanzado a comprar equipos de generación termoeléctrica, con lo que el consumo interno de petróleo aumentará aún más: reduciendo la cantidad de petróleo disponible para exportar.

Una curiosidad: todas estas noticias de El País aparecen en la sección de "Internacional", y no en la de "Economía", no fuera que alguien atara cabos. Y yo pregunto, ¿y no ha solicitado Venezuela al gobierno español el extender la MAT hasta Caracas?

Saturday, March 27, 2010

¿Donde está mi coche volador?

"Where is my flying car?" es la broma habitual de aquellos que quieren poner de manifiesto el fracaso de la tecnología actual a la hora de hacer realidad las promesas de las visiones futurísticas que se hicieron a mediados y finales del siglo anterior. En el caso del coche volador no es que no lo hayan intentado: Han habido 104 intentos de coches voladores desde 1917, pero ninguno ha sido exitoso (ver aquí). Por otra parte Arthur C. Clark, que en 1945 propuso los sistemas de comunicación vía satélites, profetizó que los humanos tendríamos colonias en la Luna hacia el año 2001. Y, si bien todos los sistemas de control de comunicaciones, trafico, o complejos industriales tienen una fuerte componente informática, a H.A.L. ni se le espera.

Leyendo el libro
Peak Everything (Waking up to the Century of Decline in Earth's resources) de Richard Heinberg, me he enterado del estudio de J. Huebner de 2005 "A possible declining trend for World innovation", publicado en la revista Technological Forecasting and Social Change en 2005. Una copia puede leerse aquí. Los dos primeros párrafos de dicho artículo nos dicen:

"Existe un consenso generalizado de que la tecnología avanza a un ritmo exponencial y de que dicho avance seguirá hasta bien entrado un futuro distante. La hipótesis básica detrás de este punto de vista es que no hay un límite al avance tecnológico y, si lo hubiera, aún estaríamos lejos de alcanzarlo. La evolución de la innovación tecnológica desde el Renacimiento hasta nuestros días se examina aquí, proporcionando pruebas de que estamos más cerca de un límite tecnológico de lo que la gente supone.

Hay dos factores que limitan el avance tecnológico. El primero es el factor físico relacionado con las leyes de la física como, por ejemplo, la imposibilidad de crear una máquina del movimiento perpetuo. El segundo factor es el económico: aunque es posible excavar un canal desde el océano Pacífico hasta el océano Atlántico cruzando los Estados Unidos de costa a costa, no es económicamente realizable. Este artículo se centra en el factor económico, ya que éste se va manifestar mucho antes que el físico."


Vamos, que según J. Huebner nos dirigimos a un
Querer pero no Poder a escala planetaria. Una situación a la que no nos hemos encontrado antes en ningún otro periodo de la historia humana. El resultado más espectacular de Huebner es la gráfica de la evolución del número de avances tecnológicos de importancia divididos por la población mundial. Utilizando el catálogo de 8583 avances tecnológicos recopilados por otros autores, el resultado es el que muestra la gráfica: el cenit de los avances tecnológicos tuvo lugar en ... ¡ 1873 ! Desde entonces el ritmo de avances tecnológicos ha disminuido desde entonces y el ritmo actual de evolución tecnológica es similar al del siglo XVII.Por supuesto que esto no significa que tengamos una tecnología comparable a la del Renacimiento, ya que lo que aquí cuenta es la suma acumulada y no el valor instantáneo. Sin embargo, sí que es importante el concienciarse que los avances tecnológicos son mucho menores de lo que nos hacen creer y que nunca tendremos un coche volador. Ya que cualquier prototipo de los que existen o existirán serán demasiado caros y, por otra parte, la energía necesaria para hacerlos volar será accesible sólo para una pequeña minoría de multimillonarios.

Lo último sirve para enlazar con el tema de este blog: el cenit de la producción de petróleo. Para todos aquellos que contestáis que "seguro que se inventan algo para sustituir el petróleo": Y tanto que lo intentan ... ¡ pero no llegan !

Por cierto, cuando yo era joven, no se veía por ninguna parte el ahora famoso "I+D". No se consideraba la necesidad de potenciarlo: ¡ se le suponía sin más ! Así que un termómetro de la exasperación de nuestros gobernantes podría ser el número de letras de esa expresión. Ya vamos por el "I+D+i". ¿Cuál seguirá? ¿La "s" se "sostenible, la "m" de "motivación" o la "c" de "comestible"?

Y si se me permite una nota pesimista: la escasez y encarecimiento de materias primas y de combustible propiciará la pérdida de algunas ramas de la tecnología. Por ejemplo, la escasez de 3He puede suponer que aplicaciones de la nanotecnología sean inaccesibles en un futuro próximo.

Sunday, March 7, 2010

Mi vida en un barril

Cuando nacieron mis padres (antes de la Guerra Civil Española), el precio del petróleo era de $1.2 el barril. Claro, que $1.2 de antaño no eran lo mismo que ahora (no te da ni para un café en Starbucks). Teniendo en cuenta la inflación, el precio del petróleo en aquel entonces era de poco menos de $20 (en dólares del 2008). Cuando nació mi hermana mayor el precio del petróleo (ref. 2008) estaba aún más por debajo de los $20 (desde 1947 hasta 1971 el precio del petróleo aumentó por debajo de la inflación norteamericana). Así que cuando yo nací, el esfuerzo de mis padres para pagar el petróleo era menor que el que tuvieron que hacer mis abuelos.

Pero 1970 fue el año en el que la producción de petróleo de Estados Unidos empezó a declinar: el máximo fue de unos 10 millones de barriles al día (MBD). Luego vino la crisis energética del 1973, en el que los países árabes mantuvieron cinco meses de embargo de petróleo hacia Estados Unidos y sus aliados de Europa occidental. Y el precio del petróleo empezó a aumentar. La producción de petróleo de Arabia Saudita e Irán disminuyó en 1973 y 1974. Pero, si bien la producción Saudita volvió a aumentar, nunca lo hizo en Irán. El máximo de producción de petróleo de Irán fue precisamente en 1973 (6 MBD). A finales de 1978, la producción de petróleo Iraní fue de menos de 2 MBD. Es decir, una pérdida del 66% en tan sólo seis años. A principios de 1979 el Sha de Irán huyó del país (¿vaya coincidencia no?). Cuenta la leyenda que la revolución Iraní y la subsiguiente guerra Irán-Irak conllevó una reducción de la capacidad de producir petróleo y llevó el pánico a los mercados. Pero lo cierto es que la caída en la producción de petróleo en Irán había tenido lugar mucho antes (ver aquí), y los años 80 empezaron con un petróleo por encima de los $90 (ref. 2008).

Petróleo caro invita a las compañías petrolíferas a explotar adicionales fuentes de petróleo. A finales de los años 60 y principios de la década de los 70, se habían encontrado ricos yacimientos de petróleo en el Mar del Norte. Quisiera hacer notar que estas exploraciones tuvieron al clima como aliado. En efecto, la década de los 60 y 70 coincidieron con el periodo de NAO negativa más extenso jamás observado en los últimos 150 años (ver aquí). Una NAO negativa se traduce en un fuerte frío en Inglaterra (y el Mediterráneo), pero una NAO positiva provoca unas oleaje mucho más severo en el Mar del Norte (ver aquí) que empeora la actividad de las plataformas petrolíferas. No ha sido hasta principio de los años 90 que la NAO ha tomado unos valores positivos fuera de lo común. Así que la explotación del mar del Norte (y de otros yacimientos que no son rentables con un petróleo demasiado barato), junto con las políticas de reducción de consumo de petróleo, aplicadas durante la crisis energética, produjeron una oferta superior a la demanda. Siguiendo las leyes clásicas del mercado, bajó el precio del petróleo. Para cuando yo estudiaba en la universidad (1984), el precio del petróleo estaba por debajo de $40 (ref. 2008).

A pesar de un ligero repunte del precio del petróleo en 1991 (año del colapso de la Unión Soviética), el precio del petróleo continuó bajando a medida que terminaba mis estudios de Física y el doctorado en Geofísica. El mínimo del precio del petróleo de los últimos 30 años fue en 1998: el año en el que me doctoré. Otra vez por debajo de los $20 (ref. 2008). Durante este dulce periodo tuvo lugar la maratoniana ronda de Uruguay (87 meses) del General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), que dio el pistoletazo decisivo a la Globalización.

En 1998 nos trasladamos a Estados Unidos, donde compramos un coche. La primera vez que llenamos el depósito pagamos la gasolina a menos de $1 el galón. Nunca más vimos ese precio. La gasolina fue subiendo desde entonces, a la par que el petróleo. Nos interesamos por un altillo y nos dijeron $19000, pero era muy pequeño. Para cuando decidimos comprar una casita, el altillo cutre costaba más de $40000: la burbuja inmobiliaria. Pero a su lado, el petróleo seguía aumentando (en Mayo del 2006, el petróleo subió a más de $70 el barril) y la burbuja inmobiliaria explotó. Las minicrisis provocadas por la explosión de las burbujas punto-com e inmobiliaria ligeramente redujeron el precio del crudo. Pero, desde el año 2002 el precio del petróleo estuvo aumentando exponencialmente hasta llegar a $143, el 30 de junio de 2008. La globalización colapsó y la economía mundial entró en recesión. La consecuente reducción de la demanda de hidrocarburos provocó su caída en picado hasta los $40.

Desde entonces, el precio del petróleo se ha duplicado ya que en 2010 ha recuperado los $80 el barril. En estos últimos diez años los siguientes países han sobrepasado su máximo de producción: Australia, Noruega, Omán, México y Rusia. Lo mismo la NAO negativa nos vuelve a echar una mano: ¡ Bien vamos !